A veces, no hace falta ir muy lejos para encontrar un lugar donde el arte se siente vivo, presente, auténtico. En el corazón de la provincia de Córdoba, Río Cuarto se ha convertido en un verdadero punto de encuentro para los amantes de la acuarela. Y no solo por sus paisajes, su ritmo amable o sus cielos amplios, sino porque allí, el agua y el color se transforman en celebración.
Desde hace algunos años, esta ciudad impulsa con fuerza el Festival Internacional de Acuarela YAKU, una propuesta que une artistas locales e internacionales en torno a esta técnica tan noble como poderosa. Su nombre, “Yaku”, proviene del quechua y significa agua, esa materia prima que da vida a la acuarela. Y es también una hermosa metáfora: fluidez, movimiento, transparencia.
El festival ya lleva dos ediciones, la más reciente en abril de 2025, y se ha consolidado como un espacio donde se cruzan experiencias, se comparten saberes y se reconoce el valor cultural del arte hecho con agua y pigmento. Declarado de interés municipal, es un evento que no solo muestra, sino que educa, inspira y conecta.
Pero lo más valioso es lo que ocurre más allá de los días del festival. En Río Cuarto, la acuarela se ha vuelto parte del entramado artístico local. Hay talleres, artistas emergentes, exposiciones y una comunidad que valora esta forma de expresión como un lenguaje abierto, generoso y emocional.
Siento un profundo orgullo de que en nuestro propio país existan ciudades como esta, que honran la acuarela y le dan un espacio para crecer. Porque la acuarela no solo se aprende: se vive. Y en Río Cuarto, el arte fluye como el Yaku (el agua) que da nombre al festival.